lunes, 15 de febrero de 2010

El lugar de la memoria

A las seis de la tarde de un día del mes de febrero sopla un viento feroz, que arrastra buena parte de la meseta patagónica por el aire y la estrella contra todo lo sólido. A 200 metros de la ruta que traza el límite del último atisbo de civilización, del desierto, se erige una sola estructura sólida. La torre de control del aeropuerto viejo de la ciudad de Trelew parece una persona por nacer en Amanece que no es Poco.Curioso. El Aeropuerto viejo es clave en uno de los hechos que mejor ejemplifica la crueldad política de la historia argentina.

El ex aeropuerto con los años se convirtió en ruinas, cogedero, y un asilo para conmemorar la masacre de Trelew. Después de varios actos y activismo político ahora es un “Espacio para la memoria” o algo así.



El costoso empeño de mantener el aspecto ruinoso del lugar, las pintadas políticas y las otras, y a su vez convertirlo en un sitio distinto a la hostilidad natural que lo circunda, limpio, cómodo, seguro y apto para algunas actividades culturales logró un cierto resultado: a cualquier tipo al que le indiquen sucintamente lo que pasó allí, y cuente con dos partes de sangre por cada litro de líquido que trafica por sus arterias, le conmueve ese lugar. Con viento, lluvia, frío, sol, calor cuadros colgados, manos estampadas en las paredes, incluso con un cuadro del Sr. Gobernador arrumbado en un rincón.

Se le ocurre a quien suscribe, que hechos como la masacre de Trelew o la historia que le siguió unos años después, no necesitan de centros para la memoria para ser contadas a las criaturas. Estos centros sirven para que la historia pueda ser interpretada.

martes, 2 de febrero de 2010

Contrastes

Las sociedades urbanas constituyen nuevas generaciones de jóvenes que perciben el mundo a través de pantallas. Se sabe, por mucha fidelidad y mega píxeles que pongamos en el living de casa, las jirafas no entran en el plasma, cada vez más bidimensional, tampoco el olor a bosta de vaca, ni el de la pelota recién engrasada.

¿Qué pasa con esas generaciones de niños formados en una exclusiva cultura audiovisual? ¿Cuál es su noción de realidad? ¿Cómo se distorsionan la noción del espacio y el tiempo? ¿serán algo esquizofrénicos? ¿O podrán construirse un mundo en el cual ese contraste entre pantalla y realidad nunca se presente delante de sus miradas?