jueves, 25 de marzo de 2010
Crónica del 24 a la tarde
Agradecemos al conu por darnos la oportunidad de postear con él.
La sólida columna de la juventud sindical marchó con las madres de plaza de mayo. Quizás la columna más grande y sin dudas la más rockera. Sobre avenida de mayo retumba la marcha peronista. Hace algunas semanas Moyano compartió escenario con Pérsico. Ahora los pibes de la CGT camionera marchan, en un hecho inédito con Las Madres. Hace 34 años algunos sectores de la CGT solían dispararse balas con los jóvenes hoy desaparecidos.
Un montón de camisetas rojas en filas tocan percusión y rodean otro montón de chicas de lila, que bailan y abren paso a un puñado de ancianas que tambalean entre la multitud. Las ancianas tienen un pañuelo blanco en la cabeza y llevan como en una procesión los rostros de sus hijos desaparecidos, que en blanco y negro miran al cielo.
24 de marzo. 2010. “Como a los Nazis, les va pasar: a donde vayan los iremos a buscar”. Estela Carlotto hace que salta, canta. A su lado está Nora Cortiñas. Es curioso verlas juntas. Atrás suyo la bandera larguísima con las fotos de los desaparecidos. Adelante La Chilinga les abre el paso por Av. De Mayo.
Entre las muy variopintas columnas y personajes, un grupo alza una bandera con fotos, todas de personas con rasgos orientales: se trata de familiares de desaparecidos de la colectividad japonesa. Más tarde, en otra marcha unos cuántos enarbolaron banderas de un chino: Mao. Pero ya hay bibliotecas enteras sobre Mao y la larga marcha.
Lesbianas, gays, bisexuales y trans. Putos, se dirá. Llevan una bandera en sus manos y muchos colores, dos freaks adolescentes van tomados de sus hombros atrás. Dos porteños que no hace mucho tuvieron que viajar hasta Tierra del Fuego para casarse son las estrellas del grupo y gritan “como a los nazis, les va a pasar, a donde vayan los iremos a buscar”.
“Madres de la plaza, el puerto las abraza”. Bombos. Hombres de manos grandes y curtidas. “el puerto las abraza”. Una bandera de los trabajadores portuarios. Estoy apretujado entre un centenar de trabajadores portuarios. No pasó mucho tiempo hasta que consideré cambiar mi ubicación.
Piso un suelo conocido. En la Plaza de Mayo ya hay muchos curiosos con carteles de cartón pintados a mano, como en las manifestaciones del primer mundo, “gente independiente”, como gusta decir a algunos. El viejo piola vestido de short y camiseta deportiva exhibe su cartel, esta vez no sé que puta dice. ¿Quién es?
15.25. Desde el escenario nos piden permiso para que aquellas ancianas con pañuelo blanco en la cabeza que llevan como en una procesión a sus hijos bidimensionales que en blanco y negro miran al cielo y tambalean entre la multitud, trepen al escenario. Todos quieren curiosear el inicio de esa larga bandera. Ahí están los fotógrafos. Hoy una anciana garpa lo mismo que Florencia Peña.
15.30. Merodeo por la plaza. Clavé la mirada en una vieja de pañuelo blanco que no anda con las otras, anda con una piba, su nieta quizás. La vieja lleva un cigarro apagado. La piel revela muchas otras marcas de su vida. Circula inquisidora, como estudiando a quién pedirle fuego sin que le rompan las pelotas. ¿O nervios quizás? ¿Imágenes de un hijo muerto sin certificado de defunción?
Encuentro casual. Conversaciones variadas. ¿Todos los periodistas somos una mierda?
17.39_SMS. Loveyou. Nos vemos en 5. ¿Dónde estás?. El cordón de la CCC no me deja pasar en la boca de D. Norte, PCR. Puerta catedral justo. No te encuentro. Debajo de donde hay fueguito.
Al fin nos encontramos. Huimos a un sitio menos ruidoso.
23.00. Plaza Constitución. La piba me besa frenéticamente. Esperamos el 4 (curioso). Un pibe que pesa tres veces mas que yo nos pide monedas. La piba le dice “no flaco, cero monedas”. El loco argumenta que quiere comprarse una birra; yo contraoferto que se compre un vodka, que tengo un jugo de naranja casi lleno y estoy dispuesto a regalárselo, después de todo le creímos que es su cumpleaños; si pero yo quiero una birra. Y ofrece algo insólito: cambio. La primera vez en mi vida que doy una limosna y me dan cambio. La piba le dio cinco pe, y el loco arrimó su mano en montonsito con 3.50 en monedas.
Llegó el cuatro y se llevó a la matancera.
Estación Constitución se recupera de la paliza que recibe todos los días. Están baldeando. Bajé al baño. Quizás hubiera preferido mear en el Líbano. Exagero.
No me falta mucho para arribar a La Plata. La matancera me escribe que ya llegó. Agrega que nos veremos antes de lo que yo creo. Hace 34 años un militante peronista se despidió por última vez de una chica del conurbano. Después muchos otros hicieron lo mismo, concientes de que sería la última vez. Hoy no.
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hermoso relato cumpa. real, lleno de vida de militancia de compromiso: de historia.
ResponderEliminarun abrazo
(todavia conmovida por el dia de ayer)
gracias por el post
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