miércoles, 10 de abril de 2013

Objetos mojados - 1

La Plata. Paramos con Juan Martín en 18 y 48. Él fue a ver a Chicha, que es como su abuela o algo así. Yo aproveché el momento para recorrer el barrio y tomar unas fotografías.

El agua ya había pasado. La ciudad estaba como para grabar un videoclip de El Mató a un Policía Motorizado. Canciones sobre el fin de todo.

Pero eso expresa el cemento húmedo, la mugre arrumbada sobre las veredas, el pavimento lleno de barro, los autos copulando lejos de sus propietarios.


Con las puertas y ventanas abiertas, estaban los hombres y las mujeres sudando para recuperar sus casas. Baldeando la mierda que el agua trajo desde lugares remotos.

Me encontré con todo eso que ustedes ya vieron, y con Nicolás Carvalo, que estaba con Gime baldeando la casa. Lo primero que vi fue la pecera. Ahí estaban vivos, los 33. Hubiera llovido más y recuperaban la libertad.

En la caminata me reencontré con Juan Martín. Me estaba buscando para pedirme algo. "Tenemos para rato, vení a ayudarme".

La casa de Chicha Mariani estaba como si hubiera pasado, otra vez, un huracán. No había nada seco, ni limpio, ni en pie. A excepción de Roberto Lisky, que estaba ordenando ahí, en medio del barro.

Nos arremangamos y nos pusimos a ordenar un poco la cocina, para que Chicha pueda venir y sentarse a inspeccionar el trabajo. Su temor era que le tiráramos alguno de los millones de papeles y recuerdos que ella atesora con método y dedicación. Cada retazo de papel mojado representa un poco de ese tramo mutilado de su vida.

Ahí estaba Chicha, un poco más tarde, reconstruyéndose.



Con el paso de las horas y los días, otras personas llegaron a reconstruir la casa de Chicha. El viernes vi que había gente que observaba y soleaba papel por papel, hoja por hoja, cada día de trabajo y militancia de Chicha. Ella estaba vital, otra vez.

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