martes, 14 de mayo de 2013

¿El preámbulo del final?


Comparto con ustedes una nota que escribió Enrique Gil Ibarra, y que leí en su cuenta de Facebook. Enrique, algo conoce sobre el peronismo, y no está sumergido en esto que llaman "el microclima". Queda abierta la discusión (?).

"La interna ha comenzado

A mi juicio, Cristina está cometiendo lo que parece ser uno de los más graves errores de su carrera política. En su afán de convencer “a como dé lugar” a los que no necesitan ser convencidos, Cristina se está restando a sí misma buena parte del poder de consenso real que tenía acumulado, aunque aún no sea conciente de ello.
Como los peronistas de años sabemos, en nuestro movimiento los juegos de poder son permanentes y feroces. Así como la (aparente) subordinación al mejor jugador en cada coyuntura es casi siempre generalizada, las agendas de los dirigentes peronistas quedan, en cada una de esas “sumisiones”, virtualmente repletas de cuentas a cobrar, en la seguridad de que, tarde o temprano, las facturas podrán ser emitidas con los intereses correspondientes.
Kirchner, descubrimiento y luego pesadilla de Eduardo Duhalde, supo luego de ganar su período presidencial que existía una única manera de concentrar el poder y su liderazgo sobre la dirigencia y la base peronista: establecer nuevas reglas del juego, sacudiéndose el pesado manto del decenio menemista y augurando para el país una transformación total, que nos colocara, no sólo a nivel económico, sino en el horizonte político, en un nuevo rumbo. Sobre ese rumbo basó, inteligentemente, la totalidad de su discurso estratégico de los cuatro años de gobierno, a tal punto que logró encolumnar detrás de ese proyecto a la mayoría absoluta del movimiento y el partido Justicialista, a un importante sector de la dirigencia intermedia y de las bases “progresistas” (sigo sin saber qué es eso) de la Unión Cívica Radical, de la izquierda moderada y del socialismo democrático. Impuso también la candidatura de su esposa, con el -primero incomprensible y ahora perfectamente manifiesto- objetivo de reservarse la estructuración del Partido Justicialista, en una especie de “renacimiento” para el que recibió el apoyo no sólo de las bases, sino de todos los dirigentes provinciales con peso propio, que fueron revalidados por el pueblo en las elecciones de finales del 2007.
Pero la cadena de éxitos obliga –dentro de nuestro movimiento- a más éxitos. Porque es absurdo pretender que un liderazgo individual se sustente en el tiempo si no reúne al menos una de dos condiciones:

a) Una organización y movilización constante y creciente del pueblo con el consiguiente desarrollo del movimiento nacional y popular, o

b) Una fidelización permanente de los cuadros dirigenciales con poder propio, lo que implica –desde luego- compartir el poder.

Las iniciativas concretadas por el “kirchnerismo” en el primer sentido fueron escasas y débiles, a pesar de la insistencia de sus cuadros medios, que gozando de la experiencia proporcionada por una larga militancia real, supieron organizar estructuras masivas pero no lograron influir en la línea general de un gobierno al que solicitaron reiteradamente medidas que ambos Kirchner consideraron alejadas de lo posible.
Néstor Kirchner basó en ese entonces su construcción de poder en una “concertación” que, si bien rindió excelentes frutos electorales, extendió a buena parte de la dirigencia peronista con poder propio (adquirido en años de derrotas y amargo deglutir de sapos) muchas de esas facturas que se atesoran pacientemente, esperando el día del vencimiento.
Pero ahora Cristina Kirchner parece haber olvidado que, en el peronismo, las alianzas y concertaciones son temporales y que, a pesar de las exhortaciones del viejo General, cuando el discurso público se sumerge en lo íntimo de la política, sigue siendo realidad que para un peronista no hay nada mejor que otro peronista.
Un dirigente bonaerense que conocí hace tiempo, asombrado porque otro caudillo de la provincia de Buenos Aires –ofendido con él- le negó el saludo en un acto, me dijo: “¿Ves Enrique? Este hombre no entiende nada de política, y mucho menos de peronismo”.
En la rueda de la política peronista argentina, el dirigente puede construir poder individual sólo si, generosamente, lo comparte con los que lo han llevado a donde está. La acumulación de heridos sonrientes y aprobadores es generalmente el preámbulo del final.
La interna ha comenzado, aunque Cristina aún no lo sepa."

2 comentarios:

  1. El General Perón tenía claro las diferencias entre lo tátctico y lo estratégico y que cada plano tenía diferentes conducciones. No estamos hoy en una coyuntura sencilla, nuevamente el peronismo como a medidos de los cincuenta descubre que .las alianzas con la llamada "burguesía nacional" son mas cortas que largas y que el enfrentamiento entre el poder político y el poder económico es insalvable para un gobierno popular. Podemos entonces en este momento cuestionar a la comducción estratégica? Los cuadros intermedios hoy deben confiar en su conducción porque se supone que es ella la que maneja toda la información, no se trata de hacerse mas papista que el Papa pero tampoco se pueden dar debates en medio de la batalla, eso bien sabemos está mas ligado a la izquierda inoperante que al peronismo. Queda para mas adelante el debate entre si es bueno amoldarse a las viejas estructuras partidarias del PJ, al aborto de la transversalidad o a la creación de estructuras nuevas que no sean cultoras de viejas tradiciones políticas que no por antiguas tienen algún tipo de valor.

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